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Añil

Zachary Sweeney (Zach)

Signaturas consultadas

 

  • AGI, Filipinas, 909

 

Resumen de los documentos

 

Entre los años 1772 y 1794, todos los involucrados con el establecimiento y desarrollo de una fábrica de añil en Calagua, Filipinas, intercambiaron cartas expresando sus opiniones sobre la producción de añil en las Islas Filipinas y su regulación. Este documento es una recopilación de todos sus testimonios, cartas y expedientes que pertenecen al comercio de añil y la vida de Don Francisco Xavier Salgado, uno de los principales promotores de este cultivo en las Filipinas. En 1772, gracias a su experiencia como empresario y su amistad con el gobernador de las Islas Filipinas, Simón de Anda, Don Francisco Xavier Salgado obtuvo el derecho exclusivo al cultivo del añil en las Filipinas con la promesa que este añil se produciría siguiendo el “mismo proceso de la fabricación del añil en Guatemala, Isla de Santo Domingo y otras partes de América”, con lo cual esperaba transmitir la idea de que su añil sería de la mejor calidad. Su petición fue exitosa y, como resultado, Salgado recibió el derecho exclusivo, por una duración de 20 años, para desarrollar la infraestructura necesaria para facilitar la producción del añil en las Islas Filipinas. Como parte del acuerdo, el alcalde general de las Filipinas, el Rey de España y Salgado tuvieron que negociar y decidir los términos del acuerdo. Ya que el rey estaba en España, Salgado y el alcalde negociaron nueve condiciones para la continuación del derecho exclusivo y las remitieron al rey para su consideración. A medianos de 1773, el rey aceptó. Con este acuerdo se fundó la Real Hacienda de Francisco Salgado bajo la autoridad de “Vuestra Majestad” o el rey Español. Las nueve condiciones especificadas en el acuerdo fueron:

“1) Hacerlo como en Guatemala, Santo Domingo y Otras Colonias Americanas.

2) Hay que usar las tierras baldías.

3)Por administración o por venta las haciendas compradas a los

Laminado de un dibujo antiguo (del siglo XVIII) del añil que ha sido cultivado por los españoles en Guatemala. Fuente: Nelly Guilarte Ugas, “El cultivo del añil en Turmero”, marzo 13, 2012 (turmerohistoriahuellasytestimonio.blogspot.com.es/2012/03/el-cultivo-del-anil-en-turmero.html).

regulares expulsos que fueren a propósito de dicha fabrica del añil guárdense, cúmplanse y execútese.

4) Se concede la excepción y reserva de Polos y Servicios personales y otros gravámenes a los que tuvieran Matricula y fuesen labradores del beneficio de añiles.

5) Fortificar, como asienta la casa o Territorio, que tenga por conveniente guarneciendo, como expresa con armas de fuego y resguardo, y al uno de los españoles que dicho Salgado propusiere se le conferirá título de comisario en lugar del de Justicia mayor que solicita para los hechos de prender y de mas que se expresan en la citada condición.

6) le será libre el comerciar con el añil a toda las colonias que comercian con estas Islas, sin que por razón de saca en este nuevo fruto pueda gravársele, ni a sus sucesores en el tiempo de los veinte años definido en la concesión de la condición primera.

7) Que tenga el añil competente para dar el abasto con que se tiñan las sedas, algodones, y cualesquier géneros que sean necesarios para gastos de estas Islas.

8) Se le satisfagan por la Real Hacienda a dicho Don Francisco Xavier Salgado los 23.623 reales y diez granos que importaron los Picas de fierro introducidos en Reales Almacenes según liquidación de oficiales Reales no es posible poderse tratar de ello al presente.

9) que venido el navío de Cadiz, el añil sea en su embarque preferido como fruto de la tierra a mercancía extranjera, nada más bien que la voluntad y convenio del comandante y mercaderes, pasajeros que lo compren darán esta preferencia.”

 

Después de acordar estas condiciones, Don Francisco Xavier Salgado tuvo que encontrar un sitio con tierras para el añil que cumpliera los criterios para la hacienda. Salgado eventualmente encontró un sitio desarrollado en las tierras del pueblo de Bay que estaba ubicado en una posición ventajosa por su proximidad a Manila y la abundancia de ríos en los alrededores. Este sitio se llamaba Calagua. Había algunos problemas con las tierras. Por ejemplo, el sitio tenía muchos bosques, lo cual, aunque sugiere buena tierra para sembrar, presentaba potenciales problemas de seguridad, pues estos bosques hospedaban a muchos ladrones y Salgado tendría que mandar gente para matarles y limpiar los bosques. Según Salgado este proceso tomaría tres años, pues debía limpiar todo el bosque, construir habitaciones para los trabajadores del pueblo, cultivar y cosechar las primeras pruebas del añil y erigir una fábrica/casa para Salgado.

 

La producción del añil comenzó en 1775 dos años después de que Salgado recibió aprobación de su proyecto. Entonces, Salgado envió pruebas de su añil a la Corona Española en la fragata La Astrea: “Yo [Salgado] había comenzado a beneficiar, habiéndose practicado las pruebas, y experimentos, por Cristóbal Sedeño, el más hábil tintorero de esa corte; había declarado que el expresado añil es de excelente calidad y el mejor que había visto en 65 años.” Considerando la supuesta calidad de este añil, el gobierno exigió que la cuota se incrementara hasta 150 arrobas anuales en 1777 pero Salgado no podía cumplir estas metas de producción. Esto provocó estipulación entre los enemigos de Salgado, como el fiscal Leandro Viana, quien intentó a demandar a Salgado por un contrato viejo y caducado que daba a Salgado los derechos a una mina cerca de Calagua. Como respuesta a las autoridades españolas, Salgado explicó que había pasado poco tiempo desde la edificación de la fábrica y que en países con más experiencia en fabricar añil no se lograba una producción de 150 arrobas (120 de Nueva España y 150 de Guatemala). Adicionalmente, Salgado destacó plagas de langostas, sequías y otros factores como las causas de la producción insuficiente (solamente 12 arrobas al puerto de Cadiz) en 1777.

 

Salgado le aseguró a la corona que la producción mejoraría y que el factor más importante era la preservación de la calidad del añil. En 1781, Joseph de Basco y Vargas, gobernador de las Filipinas que sucedió a Símon de Anda, escribió al rey para convencerle de revocar el derecho exclusivo para explotar el añil que tenía Salgado. En esta carta, Basco y Vargas expresa su falta de confianza en Salgado y sus preocupaciones por el hecho de que Salgado mandó pruebas de añil a la corona sin consultar con él.  En la Real Orden de 20 de junio de 1781 que “ordenaba continuar con vigor el fomento y protección del añil”, el rey extendió el derecho de cultivar añil a todos. Al mismo tiempo, en un reporte anual al gobierno/rey en Madrid, Salgado expresó que iba a recuperar el dinero perdido debido a la producción insuficiente del añil con la fabricación de canela y los canelos que había adquirido de China. También manifestó que había comenzado a vender el añil a individuos de Japón, China y Bengala. Explicó además, que ya tenía 395 canelos nacidos y había mandado pruebas de la calidad de su canela que él describe como “mejor que la canela de Ceylán” según el botánico Don Juan Cuellar. En la misma carta Salgado explica que había identificado una manera de mejorar la tinta seca del añil con una planta indígena de las Filipinas llamada “Pandacaqui”.  Sin embargo, a finales de 1782, Salgado había perdido su privilegio exclusivo y entonces, tuvo que continuar sin apoyo del gobierno.​

Dibujo del siglo XVIII que ilustra el cultivo, cosecha y fabricación del añil en Carolina del Sur. Fuente: Frederick C. Knight, Working the Diaspora: The Impact of African Labor on the Anglo-American World, 1650-1850 (New York University Press, 2012).

Aunque Salgado mantuvo la calidad de su añil, Joseph de Basco, uno de sus principales opositores, ayudó a un competidor, el Padre Mathias Octavio, a producir añil de calidad parecida. Años después, en 1793, Salgado intentó conseguir dinero del gobierno de España y las Filipinas para no verse obligado a despedir a los empleados de su fábrica de añil ya que él había pagado mucho dinero propio con la promesa del gobierno de que recibiría dinero después. Sin embargo, la Real Empresa y el Real Consulado no le pagaron nada y Salgado tuvo que hipotecar su hacienda para mantener la fábrica de añil. Pese a que consiguió una orden directa del rey, la Real Empresa y Real Consulado dieron excusas arbitraras para evitar pagarle. Después de estas últimas cartas, el nombre “Francisco Xavier Salgado” desaparece sin ninguna mención de él o su muerte; solamente tenemos una carta que sugiere que a mediados de los años noventa del siglo XVIII, Don Salgado tenía más de dos millones de canelos y añilaros.       

 

Análisis de los documentos

 

En esta colección de documentos sobre la producción del añil en las Filipinas y el papel de D. Francisco Salgado en su fabricación y comercio, hay claros indicadores de la globalización en el siglo XVIII. Ya que Francisco Xavier Salgado y la Real Compañía de las Filipinas no estaban pensando en la globalización cuando escribieron sobre el añil, como investigadores debemos buscar los rasgos de globalización, suplementar nuestro conocimiento con fuentes secundarias y hacer inferencias educadas. Cuando utilizamos estas tres técnicas, en el caso de esta selección de documentos, queda muy claro que el mundo de finales del siglo XVIII ya estaba globalizado y que las Filipinas eran parte de esta red global.

 

Dentro del documento, hay muchos fenómenos que parecen raros o incluso imposibles para el siglo XVIII. ¿Cómo puede ser que, en tan sólo tres años, un empresario limpió todo un bosque, construyó una hacienda, empleó más de mil trabajadores y antes de terminar con la fábrica, mandó pruebas de la calidad de su añil al rey de España? ¿Cómo puede ser que un español en las Filipinas intentara entrar en negocios de añil con China, Japón y Bengala sin salir de un pueblo cerca de Manila?  Francisco Xavier Salgado hizo todas estas cosas teniendo más de 60 años y sin hablar ningún otro idioma que el español. Quizás él haya sido un empresario poderoso, pero también es innegable que se benefició de la existencia de redes de comercio global y del apoyo de personas que permitían estos desarrollos. Para vender el añil a Asia sin salir de las Filipinas, seguramente contó con el apoyo de traductores, comerciantes y otros mediadores culturales que facilitaron el comercio y cambio intercultural. Además, en las Filipinas, para fabricar el añil de la mejor calidad del mundo, influenciado según los procesos de Guatemala, Santo Domingo y otras partes de América, Francisco Xavier Salgado tendría que poseer conocimiento muy especializado y detallado que pertenece a las investigaciones de científicos del otro lado del mundo.  En este caso los conocimientos técnicos y científicos no solamente fluían alrededor del mundo, sino también fluyeron desde las colonias y países no generalmente aceptados como “modernos” hacia las metrópolis y otras partes del mundo. Este hecho demuestra que las conexiones globales en el siglo XVIII no eran unidireccionales sino dinámicas.

 

Afortunadamente, las fuentes secundarias pueden confirman que esta era la realidad. Tal como lo plantea el historiador Germán Pacheco Troconís: “Los comienzos de la explotación de añil en Filipinas con métodos que comprendían técnicas productivas y de beneficio no conocidas en las islas concurrieron baja la unión de esfuerzos privados y estatales.” Esta afirmación permite concluir que las técnicas para producir el añil no provenían de las Islas pero eran técnicas ajenas que Salgado adaptó de otras colonias. En sus investigaciones históricas sobre el añil más allá que los archivos, Pacheco Troconis explica que antes de ser empresario del añil, Francisco Xavier Salgado era el capitán de un barco que fue al Nuevo Mundo, particularmente Guatemala y Santo Domingo. Además, indica que había otros especialistas en este proceso, como un botanista de España que había ido con Salgado a América y le ayudó perfeccionar la receta para producir añil en las Filipinas (Pacheco Troconís, 2002). Daniela Bleichmar añade contexto a esta realidad en su libro, El imperio visible, en el cual explica que a finales del siglo XVIII se realizaron muchas expediciones españolas a América y Asia con el propósito de encontrar plantas valiosas para explotar (Bleichmar, 2016). Bleichmar permite a entender a Salgado no como una excepción sino como arte de un grupo de exploradores y empresarios interesados en hallar “oro verde” y desarrollar su cultivo y producción en las tierras mejor dotadas para ello. Estas fuentes secundarias aportan más información útil también.

 

El trabajo de Pacheco Troconís también nos permite entender las conexiones entre la geopolítica imperial de la época y el desarrollo de plantaciones de añil y otros productos agrícolas y su comercio. Las constantes guerras que caracterizaron las últimas décadas del siglo XVIII claramente influenciaron la producción y comercio de productos como el añil. Aunque está realidad bélica no está reflejada directamente en los documentos, conocer el contexto geopolítico permite entender ciertas precauciones que los empresarios tomaban al transportar sus productos. Por ejemplo, cuando Salgadoescribe al rey informándole que el añil ha sido enviado en tres barcos distintos, debemos entendemos esto como un plan de contingencia por si otro barco naufragaba o era atacado o capturado por enemigos. Las guerras locales, regionales e internacionales tenían un impacto global que afectaba los flujos comerciales. Lo que sucedía en un lugar del mundo, podía tener consecuencias en otro extremo del globo.

 

Podemos hacer más inferencias con el documento y nuestras fuentes secundarias que sugieren un alto nivel de globalización. Por ejemplo, con los datos sobre la cantidad de añil exportado e importado alrededor del mundo que nos enseña David McCreery en su artículo sobre “global commodity chains” y las cifras mencionadas en las cartas de Salgado, podemos tener una idea sobre el intercambio de información y el movimiento del añil filipino. Si comparamos los datos de McCreery sobre el comercio del añil en Nueva España, las Filipinas, Guatemala y otras partes de América con los datos dados por Salgado, observamos que las cifras son muy parecidas. Esto sugiere que Salgado tuvo acceso a información sobre el añil y su precio alrededor del mundo sin tener contacto directo con los dueños de fábricas de añil de otras partes del mundo. Por eso, es muy posible que existieran reportes sobre el estado de comercio global disponibles al público especializado. Si combinamos este hecho con las cadenas de comercio que observamos, es posible concluir que las ideas y la información fluían con los bienes.

 

Puede ser difícil dar una definición a la palabra globalización, pero es algo que reconocemos cuando lo vemos. Nadie va a debatir que los conceptos de comercio global, movilidad mundial de gente, intercambio de ideas e información, industrialización y relaciones internacionales son características centrales de un mundo globalizado. Entonces, enfocarse en un producto como el añil, que en el siglo XVIII era demostrativo de todos estos fenómenos, permite afirmar que en esta época ya existía un mundo conectado.

 

Referencias bibliográficas

 

  • Blecihmar, Daniela. El imperio visible: Expediciones botánicas y cultura visual en la Ilustración hispánica (México: Fondo de Cultura Económica, 2016.

  • McCreery David, "Indigo Commodity Chains in the Spanish and British Empires, 1560–1860". En From Silver to Cocaine: Latin American Commodity Chains and the Building of the World Economy, 1500–2000, editado por Steven Topik, Carlos Marichal y Zephyr Frank, 53-75. Durham: Duke University Press, 2006.

  • Pacheco Troconis, Germán. “El añil comercial en Filipinas: Surgimiento, consolidación y ocaso, 1773-1876”. Illes i imperis 6 (2002): 101-124.

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