Azúcar
Daniel Poleshchuk (Dani)
Signaturas consultadas
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AGI, Ultramar, 957
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AGI, Ultramar, 268
Resumen de los documentos
En el legajo ULTRAMAR 957 consulté los “Cuadernos de las remesas y venta de azúcar, cacao y canela (1788-1793)” y las “Cuentas del guardalmacén Pedro Manzano (1788-1789)”.
Los cuadernos contienen una serie de asientos contables con las fechas, cantidades y precios del azúcar, cacao y canela traídos a España por la Real Compañía de Habana entre 1788 y 1793. Me enfoqué en la información sobre el azúcar, que entró por Alicante y Sevilla. La información está presentada semana por semana, más o menos. Las medidas de peso incluyen libras, arrobas (25 libras), sacos (187 libras), fardos (18 libras) y talegas (11 libras). Las denominaciones de moneda incluyen reales y maravedís (54 reales). Los documentos tratan de tres tipos de azúcar – blanca, terciada y en flor. La blanca y terciada entraban tanto por Sevilla como por Alicante, pero el azúcar en flor solamente por Alicante.
Como ejemplo, una entrada indica que, entre el 30 de junio y el 4 de julio de 1789, entraron 117 sacos, 425 arrobas y 3 libras (32.507 libras) de azúcar blanca valorados en 36.985 reales y 17 maravedís (37.903 reales).
Asimismo, los documentos indican las cantidades de los tres tipos de azúcar que llegaron a Sevilla y Alicante cada año entre 1788 y 1793, registradas por el contable Ysidro Fernández Castelao. Las siguientes tablas resumen dicha información:
Caña de azúcar, 1597. Fuente: https://fineartamerica.com/featured/sugar-cane-1597-granger.html
Las cuentas del guardalmacén Pedro Manzano detallan cuanto dinero pagó y recibió la Real Compañía de La Habana. Debido al gran número de personas que empleaba la Compañía y a la diversidad de actividades que realizaba, estas cuentas describen una economía creada por el azúcar. Como ejemplo, la Compañía pagó a unos mozos por conducir el azúcar desde el puerto hasta el almacén y por traerles bebidas refrescantes a los empleados de la Compañía. También, empleó a jornaleros para pesar, colocar y desenfardar el azúcar y llevar el dinero. Otros gastos incluyen aceitunas y aceite para lámparas, claros ejemplos de productos españoles importados al Nuevo Mundo.
Los números muestran la desigualdad que existía en aquel entonces entre las clases: la Compañía pagó mucho menos a los mozos que a gente de una clase más alta por trabajo muy similares (o el mismo sueldo por un trabajo más difícil). Por ejemplo, el galerero Joseph López recibió 10893.12 reales por la conducción de 229.5 arrobas de azúcar al puerto, aunque un grupo de mozos recibieron 10695.32 reales por la conducción 1.580 talegas.
En Ultramar, 268 leí la “Correspondencia de Monsagrati e Hijos (Cádiz) y Raggio Hermanos (Alicante), relativa al asiento de la Real Compañía para conducción de azúcar y cacao (1788)”. La primera parte, “Conducción de Azúcar, Año de 1788”, anota los gastos “causados con motivo de los azúcares conducidos a Madrid” en polacras, londros, fragatas y bergantines. Estos documentos describen las siguientes tres rutas por las cuales el azúcar de La Habana llegaba a Madrid:
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Habana-Cádiz-Sevilla-Madrid
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Habana-Alicante-Madrid
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Habana-Cádiz-Alicante-Madrid
Además, enumera las cantidades de azúcar blanca y terciada que llegaron a Sevilla y Alicante y luego se transportaron a Madrid:
La segunda parte, “Conducción por Sevilla,” es una colección de anécdotas, contratos y otros documentos que tratan de la conducción de azúcar por Sevilla. Uno de los que más llamó mi atención es un contrato hecho por Francisco Antonio Castellanos de la Compañía Real porque incluye mucha información sobre el funcionamiento de la Compañía. Este contrato, por ejemplo, describe en detalle la ruta del azúcar de Cádiz a Sevilla. El azúcar empezaba su viaje en los almacenes de Cádiz, viajaba por mar y luego por río hasta Sevilla y finalmente se conducía por tierra hasta Madrid. En caso de naufragio o cualquier otra calamidad que redujera la cantidad de azúcar que llegara a Madrid, la Compañía corría con la responsabilidad de explicar la diferencia y cubrir los gastos asociados. Por lo tanto, la Compañía se esforzaba para minimizar los riesgos del viaje.
Otro documento interesante es una carta de Francisco Josef Luifanos, escrita a Sr. Monsagrati de la Real Compañía de La Habana, que muestra la competencia que existía en el comercio de azúcar. El Sr. Luifanos, lamentándose por no haber recibido la cantidad de azúcar prometida, presenta su decepción de manera casi teatral con las siguientes palabras:
“Me ha desacreditado en tanto grado con los señores más míos favorecidos, que me han vuelto la espalda [enterrado] de un todo, ocasionando este desprecio, que han hecho de mi una consecuencia como es verme abatido de todo el mundo… Suplico a…[Uds.], señores, que aunque no crea más que por mi infeliz mujer no me abandonen también".
Análisis de los documentos
Aunque hoy en día el azúcar es un producto universal, no se lo encuentra ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento (Reynolds, 1924). La primera mención del azúcar ocurre en un texto chino escrito en el siglo VIII a.C. que indica que este alimento vital proviene de India. El nombre “azúcar” se origina en la palabra sanscrita “shakará,” que significa pequeño grano. Durante el próximo milenio y medio, el azúcar se movió hacia Europa. Durante el siglo XV, Portugal y España empezaron a expandir sus producciones de azúcar, y eventualmente Colón lo introdujo al Nuevo Mundo en el siglo XVI.
El azúcar fue primero una curiosidad para las familias nobles, después una medicina, luego un bien de lujo y solo posteriormente se convirtió en un alimento de primera necesidad. Debemos tener en cuenta que en el siglo XVIII pasó de ser un bien de lujo a un bien de consumo masivo, así que su comercio se hizo muy lucrativo. Esto explicaría el inmenso deseo de Francisco Josef Luifanos de permanecer en el comercio de azúcar, pues no solamente era muy rentable sino también muy popular entre la sociedad sevillana – particularmente la aristocracia. Sevilla, en aquel entonces, había perdido su estatus como principal centro de comercio internacional. Aunque no podemos saberlo con certeza, es muy probable que Luifanos hubiese perdido su rol en la Real Compañía porque, en general, las actividades de la empresa habían disminuido. Su estilo muy emocional y personal de escribir, que posiblemente incluye algunas mentiras o al menos exageraciones, delata su desesperación.
Esto es fascinante porque muestra como solamente un producto pudo fomentar la globalización a una escala increíble, cambiando uniformemente las gastronomías de los países en todo el mundo. Además, transformó completamente la economía de las Antillas, que reemplazaron las plantaciones de Madeira, las Islas de Cabo Verde y las Canarias cómo los líderes de producción de azúcar. Cuba, en particular, se convirtió en el productor más importante y continuó siéndolo hasta bien entrado el siglo XX Salazar-Carillo, 2013). De hecho, el azúcar se convirtió en la mercancía distintiva del país, dirigiendo toda su economía hasta el régimen de Castro. Gracias a que a principios del siglo XVIII Cuba surgió como uno de los productores de barcos más influyentes, ya tenía la infraestructura para enviar el azúcar. La combinación de su clima perfecto, alta demanda y concesiones (como la eliminación de impuestos al azúcar de La Habana que llegaba a Madrid y el libre comercio de esclavos) sirvieron para fomentar aún más la producción.
Esto explica la abundancia de los documentos y datos que tratan sobre el azúcar saliendo de Cuba. Las concesiones ofrecidas por España para fomentar la industria de azúcar de La Habana – después de que un huracán destruyó cuarenta de las setenta fábricas – muestran que España estaba dispuesta a invertir grandes cantidades de dinero para garantizar el continuo flujo de azúcar de Cuba a la península ibérica.
Trabajadores produciendo azúcar en un trapiche. Fuente: http://www.bobins.splrarebooks.com/collection/view/ten-views-in-the-island-of-antigua
El desarrollo de Cuba como productor de azúcar está relacionado tanto con su relación con España como con las influencias de otros países. En primer lugar, la ocupación de La Habana por los ingleses entre 1762 y 1763 tuvo un papel importantísimo: aceleró más que cualquier acontecimiento en el pasado la transición hacia el sistema del ingenio con mano de obra esclavizada. Entre 1762 y 1792, la cantidad media de esclavos en cada ingenio se dobló de treinta y cinco a setenta. En segundo lugar, y el impulso internacional más importante, la revolución haitiana de 1791 generó una oportunidad para que Cuba llenara el vacío de mercado producido por la suspensión de la producción haitiana. Hasta este año, Haití suministraba 50% del azúcar de todo el mundo. Una vez que el país entró en guerra, Cuba aprovechó la oportunidad y tomó control de la producción de azúcar a nivel internacional. Inmigrantes haitianos contribuyeron al fomento del cultivo del azúcar en Cuba, introduciendo nuevos métodos. Con la producción intensiva de azúcar en Cuba, se incrementó el maltrato de los esclavos, mientras los plantadores, comerciantes y funcionarios de la corona multiplicaron sus riquezas (Funes Monzote, 2008).
Aunque se suele pensar que España, el país más exitoso con respeto al comercio con las Indias y el establecimiento de colonias durante bastante tiempo, desarrolló a Cuba como el centro neurálgico de la producción, hay que considerar otros factores. Los papeles desempeñados por Inglaterra y Haití reflejan aún más la importancia de la globalización, no solamente a través de la distribución de productos, sino también de destrezas e ideas. Dado la cultura que se estableció en Cuba de explotar a los esclavos, no es sorprendente ver que los mozos y otros trabajadores de bajo rango en España experimentaban maltrato también.
Según Philip Keep Reynolds (1924), el autor de The Story of Cuban Sugar, en el siglo XVIII el azúcar se consideraba un bien de lujo. Aunque solamente hacia el fin del siglo XIX empezó a apreciarse su valor nutricional, ya desde mediados del siglo XVIII era un bien de consumo masivo. De hecho, a mediados de la década de 1780, Cuba producía cerca de 800,000 arrobas de azúcar anualmente, 500,000 de las cuales venían a España. Antonio de La Paz – el tesorero de aduana – dijo que la razón principal para desarrollar la producción de azúcar en Cuba fue para “exportar los productos de la isla a los E.E.U.U. a cambio de harina, madera y comestibles.”
Esto refleja que el azúcar no solamente fue un producto global, sino también un vehículo para alcanzar otros tipos de globalización a través del intercambio con muchos países. Además, constituye una fundación para el modelo de ventaja comparativa presentada por David Ricardo en el siglo XIX. Dada la importancia del producto, es obvio el deseo de la Real Compañía de querer controlar el sector más grande de este mercado. Es probable que la Compañía estuviera pensando no solamente en vender el azúcar a los españoles, pero también a los extranjeros para recibir y revender los productos de sus países. Sin embargo, de acuerdo con los datos de la tabla y conversiones presentadas arriba, la Real Compañía condujo ~28.000 arrobas a Sevilla y Alicante en 1788 (~3.5% del mercado), lo cual demuestra que la Compañía controlaba un segmento respetable del mercado del azúcar y probablemente veía oportunidades para seguir creciendo. Esto explicaría su interés en garantizar el cumplimiento de los términos del contrato de Francisco Antonio Castellanos: necesitaba asegurar la satisfacción de sus clientes para retenerles y crecer.
Referencias bibliográficas
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Funes Monzote, Reinaldo. From Rainforest to Cane Field in Cuba: An Environmental History since 1492. Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2008.
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Reynolds, Philip Keep. The Story of Cuban Sugar. Boston: United Fruit Co., 1924.
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Salazar-Carrillo, Jorge, "The Collapse of the Cuban Sugar Industry: An Economic Autopsy". Economics Research Working Paper Series. 5 (2013) (http://digitalcommons.fiu.edu/economics_wps/5).