Cacao
Rebecca Goldgof
Signaturas consultadas
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AGI, Quito, 244
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AGI, Quito, 168
Resumen de los documentos
El documento QUITO, 244, N. 46 del Archivo General de Indias trata sobre el comercio de cacao en las regiones de las Américas que ahora se conocen como Ecuador y México en el siglo XVIII. El documento es una carta escrita por el presidente y superintendente de Quito, Juan Josef Villalenova, al rey. El rey en aquella época era Carlos III. La carta fue escrita el 18 de junio de 1786 en Quito, Ecuador, y fue enviada a Madrid, España.
Un año antes, en junio de 1785, el presidente y superintendente había enviado una representación de 12 sujetos, pidiendo el privilegio exclusivo del comercio de cacao de Guayaquil a Acapulco por los siguientes 15 años. En aquella época había una restricción legal, ordenada por la corona, que limitaba a 10 mil fanegas la cantidad de cacao que se podía mandar de Guayaquil a Acapulco. Los 12 sujetos mencionados en la carta querían tener privilegios exclusivos para mandar todas estas 10 mil fanegas; es decir, querían un monopolio en el comercio de cacao de Guayaquil a Acapulco. En otra carta, el rey había negado este permiso y el presidente lo comunicó a los solicitantes, diciendo: “…le previene no haber accedido S.M. a la solicitud por 12 sujetos de Guayaquil…se les permitiese embarcar de su cuenta…para el Puerto de Acapulco las 10 mil fanegas de cacao anuales…” En esta carta, el presidente y superintendente está confirmando que no va a permitir esta remisión, y va a decirles a los sujetos que si ellos tienen cacao extra, pueden mandarlo a la Real Compañía de Filipinas en Argentina para que esta lo transporte a España.
Otro documento con signatura QUITO, 168 permite contextualizar y entender la historia del comercio de cacao entre Perú y Nueva España. En este documento se puede inferir que “el Señor Don Thomas del Mello” había pedido algún tipo de permiso al rey, y en respuesta, el rey y sus ministros habían mandado que la secretaria de Perú mandara esta documentación a la secretaría de Nueva España. Los documentos citados en este documento datan del siglo XVII.
Grabado de la planta de cacao publicado en París, Francia en 1719. Fuente: Digital collections, John Carter Brown Library.
Uno de ellos es un documento del 9 de diciembre de 1675 sobre cómo se debe hacer el comercio de cacao entre Nueva España y Perú (en aquella época, Guayaquil era parte del virreinato de Perú). Otro documento, del 13 de febrero de 1706, trata de la vigilancia del comercio de ropa y géneros con China y las Filipinas. Otro documento, del 2 de diciembre de 1719, otorga permiso para un proyecto del Virrey de Perú sobre el comercio de cacao entre Guayaquil y Nueva España, pero “de cuenta de S.M.”, es decir, del estado, y no por parte de comerciantes privados. Otra orden real de 1 de junio de 1726 indica al virrey del Perú algún tipo de prohibición del comercio de cacao en Guayaquil.
Análisis de los documentos
El documento QUITO, 244, N. 46 muestra que el comercio de cacao entre Guayaquil y Nueva España existía y ejemplifica una pequeña parte de las conexiones globales de aquella época. El hecho de que hubiera límites legales a este comercio y de que muchos comerciantes compitieran, muestra que había una demanda importante en Nueva España y una oferta significativa en Guayaquil. Estos vínculos económicos entre diferentes partes del mundo sugieren la existencia de una globalización temprana en el siglo XVIII. El documento en la colección de documentos QUITO, 168 muestra que el mercado de cacao en las colonias españoles había existido por un tiempo significativo, remontándose por lo menos hasta finales del siglo XVII. Además, muestra que la legalidad de este comercio fluctuó a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Había una prohibición real del comercio directo de cacao entre Perú y Nueva España por el Pacífico que empezó en 1630 (Hernández Jaimes, 2008). El documento mencionado de 1675 sugiere que este comercio estaba activo durante las últimas décadas del siglo XVII, pero el documento mencionado de 1726 muestra que existían restricciones al comercio de cacao de Guayaquil. Esta prohibición probablemente tiene que ver con el comercio de cacao entre Guayaquil y Nueva España, porque este comercio era muy importante en aquella época. El documento QUITO, 244, N.46 de 1786 deja claro que, para finales del siglo XVIII, este comercio se había reactivado. La existencia de por lo menos cinco diferentes leyes sobre el comercio de cacao en las colonias españolas en los años 1630 a 1786 es un indicio claro de la importancia económica del cacao en las colonias en aquella época y de la reacción de una Corona española reacia pero realista.
Estos cambios en el mercado no resultaron de cambios en la demanda global del cacao, sino cambios en la política. La Corona de España permitía el comercio de cacao entre las colonias en algunos momentos de la historia colonial, con límites y regulación, y lo prohibía en otros. Los documentos del archivo revelan claramente la existencia de una demanda y una oferta a lo largo de todo el periodo colonial. Por lo tanto, es posible inferir que, en una situación de mercado libre, el comercio de cacao se hubiera mantenido constante y Guayaquil hubiera vendido su cacao a Nueva España sin mayores dificultades. Además, el cacao había tenido una importancia en las Américas incluso desde antes de la llegada de los españoles. Por ejemplo, era usado como moneda en las Américas antes de la colonización, y este uso continuó durante el siglo XVI (Hernández Jaimes, 2008). Después de iniciada la colonización, surgió una demanda de los españoles en Nueva España que después se expandió a Europa (Hernández Jaimes, 2008). Toda esta información nos permite inferir que el cacao siempre fue un bien muy apetecido durante la época de la colonización española en las Américas.
Algunos de los circuitos utilizados para conectar las Américas y España en el siglo XVIII. Fuente: Mariano Bonialian, “México: de epicentro a periferia. La desintegración del modelo semiinformal del comercio hispanoamericano (1750-1840)”, Historia Mexicana 67, 1 (2017).
Sin embargo, el comercio directo de cacao entre las colonias fue prohibido en algunos momentos. El documento QUITO, 244, N. 46 muestra que en aquella época los comerciantes tenían que mandar el cacao extra, que no podían mandar directamente a Acapulco, a Argentina. Allí, lo tenían que vender a la recientemente establecida Real Compañía de Filipinas, una compañía española con una participación importante en el comercio de diferentes bienes en diferentes partes del mundo. Después de esto, el cacao era transportado a España, desde donde volvía a cruzar el Atlántico para llegar a los consumidores de Nueva España. ¿Por qué se exigía que los comerciantes utilizaran estas rutas indirectas e ineficientes? Si todo el comercio de cacao hubiera sido entre las colonias, España no habría recibido la riqueza de este comercio. España quería acumular los beneficios creados por sus colonias, especialmente porque, tal como lo afirma Jesús Hernández Jaimes, durante el siglo XVII “el fruto llegó a ser el segundo producto comercial americano más importante para la Corona española, sólo superado por la plata” (Hernández Jaimes, 2008:3). Sin embargo, la Corona sabía que, en ciertos momentos, prohibir el comercio hubiera simplemente incrementado el contrabando, por lo cual era consciente de que le convenía permitir el comercio, bajo ciertas condiciones, para poder obtener los beneficios que se derivaban de él. Quizás la Corona también entendía que prohibir el comercio totalmente en algunos momentos en la historia pudiera generar resistencia e incluso insubordinaciones. De esta manera, podemos ver el conflicto de la Corona a través de los cambios en la legalidad del comercio de cacao entre las colonias españoles.
En el documento QUITO, 244, N. 46, el éxito del comercio de cacao después de que fue legalizado apoya la hipótesis de que siempre hubo una demanda global del cacao durante el siglo XVIII, aun cuando el comercio directo entre las colonias estuviese prohibido. Cuando el comercio era legal de nuevo, emergía el mercado natural. El documento muestra que la demanda superaba los límites legales del comercio a pesar del periodo de prohibición. La existencia de esta demanda muestra la fortaleza de las conexiones económicas entre diferentes partes del mundo.
Además, el documento de 1706 sobre el comercio de ropa y géneros con China y las Filipinas quizás sugiere que a los comerciantes de cacao les interesaba expandir su comercio hacia el Pacífico. Esta teoría explicaría el hecho de que este documento está incluido en la colección. También tendría sentido en el contexto histórico porque después de la legalización del comercio de cacao entre Perú y Nueva España en 1774, empezó a crecer el comercio con el oriente (Miño Grijalva, 2009). No podemos saberlo con certeza, pero es posible que los comerciantes estuvieran pensando en un mercado de cacao en el oriente desde principios del siglo XVIII. Ya sabemos que las conexiones globales del cacao en el siglo XVIII eran una parte importante de la globalización temprana de aquella época, pero si fuera verdadero, significaría que estas conexiones habrían cubierto mucho más terreno del que los documentos consultados nos permiten establecer con claridad.
Referencias bibliográficas
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Hernández Jaimes, Jesús. “El fruto prohibido: El cacao de Guayaquil y el mercado novohispano, siglos XVI-XVIII”. Estudios de Historia Novohispana 39 (2008): 43-79.
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Miño Grijalva, Manuel. “Cacao y mercado: rentabilidad y consumo del ‘cacao guayaquil’ en Nueva España, 1774-1805. Una comparación con Madrid”. Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas 46 (2009): 289-311.
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Quiroz, Enriqueta. “Circulación y consuma de cacao en la ciudad de México en el siglo XVIII”. Secuencia 88 (2014): 39-64.